Auriculoterapia

A la oreja nunca se le ha prestado atención, ni por la medicina alopática, ni por la población en general, salvo cuando había un nacimiento, ya que, si era una niña, se apresuraban a hacerle los agujeritos en los lóbulos para ponerle los zarcillitos; desconozco si en la actualidad se mantiene esta costumbre.

Esa falta de interés por el pabellón auricular quizás se deba a que siempre nos han dicho -y hemos estudiado- que es un órgano atrofiado que sólo sirve para dirigir -de manera pasiva- las ondas sonoras hacia el interior del oído.

Sin embargo, la historia nos demuestra que no se trata de un órgano olvidado, así aparecen los primeros indicios de esta técnica en los libros de Huangdi Neijing, unos 450 años a. C. Más tarde, unos 400 años a. C., tanto Hipócrates como Galeno recomendaban unos aros pequeños en las orejas para tratar los trastornos menstruales y las disfunciones sexuales.

Y hay más referencias hasta llegar al siglo pasado. Lo que sí es cierto es que la información que se tenía sobre el tema no era amplia, ni estructurada, hasta que, en 1950, el Dr. Nogier, neurólogo francés, conoce esta técnica por sus pacientes, al observarles que tenían un punto cauterizado en la oreja. Comienza a realizar estudios exhaustivos y, entre 1954 y 1956 crea la primera cartografía detallada del pabellón auditivo, basado en la teoría de que la oreja representa a todo el cuerpo ya que es la imagen invertida de un feto en el útero materno, correspondiendo la cabeza al lóbulo de la oreja.

La auriculoterapia es una técnica reflexológica, es decir, cada punto sensible tiene su correspondencia local y anatómica en el organismo. Al estimular un punto concreto del pabellón estaremos actuando sobre una zona de nuestro cuerpo, ya sea las cervicales, los ojos, el estómago o el útero.

En consulta la utilizo como técnica complementaria a otras terapias como la Osteopatía, la Nutrición o la Homeoterapia.